La semana pasada comenzó un nuevo proceso de escolarización que tiene como principales protagonistas a los niños que se incorporarán al sistema educativo el próximo curso 2010-11. Un proceso no exento de polémica y que sigue sin satisfacer las preferencias de muchos padres al entrar en confrontación, en un buen número de casos, las plazas que ofrece la Administración con el volumen que la demanda, sobre todo en centros concertados, alcanza en determinadas zonas de la ciudad, aunque el problema también está afectando ya a ciertos colegios públicos. Desde la Delegación Provincial de Educación se viene reiterando que en un 90% de casos la escolarización se resuelve satisfactoriamente sin necesidad de tener que recurrir a la aplicación de criterios de baremación para dirimir entre los distintos solicitantes. Lo cierto es que desde 1987 los decretos sobre admisión del alumnado han ido modificando la puntuación de sus distintos parámetros, sin que ello haya evitado la controversia. Desde un principio, el domicilio ha sido el criterio que mayor puntuación ha ido teniendo, hasta que el Consejo de Gobierno de la Junta ha introducido recientes modificaciones en el decreto de 2007 para otorgar la máxima puntuación (13) al agrupamiento de hermanos en un mismo centro.
Hermanos en distintos colegios
Uno de los supuestos a los que se intenta dar respuesta este año es al agrupamiento de hermanos en un mismo centro y los problemas que el efecto contrario acarrea para las familias afectadas. De «locura» y «auténtico disparate» califica Rocío Cerezo la situación que vivió durante tres años hasta que consiguió reunir en el curso presente a sus dos hijos en el Claret. «¿Cómo se le explica a un crío que no puede estar en el mismo colegio que su hermano mayor porque se ha quedado fuera a causa de un sorteo? Son niños y, claro, terminan acostumbrándose tarde o temprano, pero la conciliación de la vida familiar es imposible con horarios distintos y, a veces, coincidentes».
Esta madre describe el «desquiciamiento» que llegó a sufrir, hasta el punto de que en una ocasión «llevé al colegio disfrazado de pastorcito al niño que no le correspondía». Rocío logró reunir finalmente a sus dos hijos en el Claret después de las movilizaciones que llevaron a cabo un grupo de madres de 14 menores que se quedaron sin plaza, pese a contar con puntos por domicilio y hermanos. «Llegamos a plantear, incluso, un recurso, que retiramos cuando el problema entró en vías de solución, algo que tenemos que agradecer también a la dirección del centro por la disposición que mostró». Un agradecimiento al que también se suma Macarena Macías, quien hubo de escolarizar a su hija en un colegio público de Los Bermejales mientras su hijo lo estaba en el Claret. «Fue una pesadilla —argumenta— y tengo un mal recuerdo porque se me partía el alma cuando tenía que llevar a la niña a aquel otro colegio sin comprender por qué se me denegaba el derecho a elegir lo que quería. Me he criado toda la vida en este barrio; todos nos conocemos y sabía quién podía estar engañando para lograr una plaza escolar».
Confiesa que le resultaba especialmente penoso tener que explicar a su hija por qué «su hermano y sus primos estaban juntos en el mismo colegio y ella no». Macarena logró escolarizar a su hija en el Claret en la misma fecha que lo hizo Rocío Cerezo, pues fue otra de las madres afectadas en aquella fecha. «Me alegro —indica— de que este año el criterio de baremación sea más justo y se prime el agrupamiento de hermanos en un mismo centro».
Este es solo uno de los casos que vienen publicados en la noticia, la cual podeis leer en el enlace de arriba, y ha sido el que más me ha llamado la atención.
Una vez más queda patente que la mala organización educativa que sufre nuestro país conlleva a situaciones tan absurdas y rocambolescas como la de estos dos hermanos, que tuvieron grandes dificultades simplemente, para que les permitieran estudiar en el mismo centro. Esto, para la familia, como han constatado en el testimonio, habría sido un completo desastre, no solo por el echo de tener a los niños repartidos uno en cada centro, sino por el descontrol de horarios, profesores, atención educativa... etc.
Afortunadamente, los casos se resuelven de manera satisfactoria y se aplica un mínimo de cordura, pero la preocupación que pasan en esos momentos los padres no se puede pagar con nada.
Así pues, tal vez estos casos no se darían si hubiera más planificación por parte de todos los centros de los alumnos que van a acoger, y que se establezcan prioridades, como la cercanía o los hermanos.
En definitiva, el objetivo es que todos podamos gozar de una educación, pero no de cualquier manera, agregando a cada niño a un colegio tal y como les venga en gana, sino que se sigan una serie de criterios para favorecer a las familias y al alumno en cuestión.
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